A veces me pregunto si alguna vez pasas por aquí y lees lo que escribo. A veces me pregunto lobo, por qué me mordiste cuando me acerqué a ti. La mayoría de las veces no me pregunto nada, me parece totalmente obvio que me hirieras de muerte. No te preocupes, sobreviví y me volví más resistente.
A veces te odio lobo, te odio como a nadie más. Te odio por hacerme ver mi fragilidad y estupidez. Te odio por haberme hecho sentir ordinaria y prescindible. A veces te quiero, y desearía verte feliz, porque muy a pesar de lo que quieres mostrarle al mundo con tu fingida santidad tratando de expiar tus incontables culpas lavando tus propios calcetines, intentando no ser tu para no volver a herir, veo que vives atrapado. Cuando te veo enjaulado lobo me da gusto que estés lejos de mi, pero a veces, sólo a veces me da tristeza que no puedas ser libremente quien en realidad eres.
La herida no sana por completo en mi alma y cada que duele también le aullo a la luna. Me pregunto si tienes alma y si por lo menos sentiste tristeza al ver en mis ojos el dolor que causaste al dejarme a mi suerte.
Deja de engañarte lobo, jamás serás cordero.
jueves, 11 de agosto de 2011
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