lunes, 16 de agosto de 2021

Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado convenientemente a la mano y la encendió. Esperó a que se disipara el olor de la cerilla quemada para inhalar profundamente. Movió la cabeza de un lado al otro mientras levantaba los hombros hasta que escuchó el crujir de huesos. Cerró los ojos y se dispuso a invocar al fantasma que la había perseguido por los últimos catorce años. 

A veces lo hacía a un lado y lo olvidaba. A veces volvía a verlo rondar por su habitación. Estaba pero no estaba ahí. Siempre volviendo de vez en cuando para asegurarse de que ella seguía embrujada. Pero esta vez era diferente. Todo en su vida iba bien, este era el momento ideal para exorcizarlo de una vez por todas. Leyó que un conjuro certero era liberar al fantasma de las cosas pendientes que pudieran tener.

Se concentró y lo llamó. Para su enorme sorpresa el espectro respondió felizmente a su llamado. Ella juntó todas sus fuerzas y le dijo: "ya no estoy enojada contigo, hablemos de nuestros asuntos pendientes y seamos libres." Pero el fantasma no quiso cerrar los pendientes porque los fantasmas no creen en el pasado. El pasado es terriblemente inconveniente.

Ella estaba segura de que no era necesario tener un amuleto cerca porque no creyó que el portal se volvería a abrir con esa fuerza. La vela se apagó y ella salió volando contra la puerta. Tuvo que verlo flotando por su casa por días y días. A veces tenía la fuerza de ignorarle y hacer como que todo estaba bien. A veces las manifestaciones eran tan poderosas que sólo podía dedicar el día a verlo pasearse flotando por el piso color esmeralda. Triunfante y feliz, como se sienten todos los fantasmas cuando les ponen atención y se sienten dueños del abismo oscuro dentro de las personas que rondan.

De pronto una voz al fondo de su mente le susurró: "Ya no perteneces a ese tiempo. Ya no vives ahí. Tu lo creaste, tu le das poder, y tu también puedes quitárselo." De un salto se levantó, se enjugó las lágrimas que rodaban por sus blancas mejillas. Sintió valor, corrió a abrir todas las ventanas de la casa, y prendió todas las luces. Se abrazó fuerte a uno de los pilares de la casa. Sintió con sus manos y piernas la fuerza de la presión que ejercía sobre la columna. Un viento muy fuerte entró por el balcón, cruzó toda la casa y sacudió cada cosa a su paso. Ella estaba fuertemente aferrada y con la mirada presente. Pudo ver como el viento arrastraba al fantasma y lo sacaba por la ventana del otro lado de la casa. El viento cesó. Silencio, solo silencio.

Se soltó de la columna y se acomodó el cabello. Se sacudió el polvo que le había quedado pegado en la ropa. Sonrió, aún con unas lágrimas en los ojos. Sonrió. Comenzó a cantar con una voz melancólica y dulce: "Lo que ya no tocas no existió jamás, lo cubrió la arena con eternidad. Tu mano atraviesa lo que ya no está, sombra de un fantasma que vas a olvidar."

Y así, en silencio, con los pies sintiendo el presente sobre el que estaba parada y con los ojos bien abiertos olvidó al fantasma.




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Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...