domingo, 16 de noviembre de 2008

De dientes para afuera





Fool me once, shame on you. Fool me twice, shame on me.

¡Ah, el discurso! Es hermoso y conmovedor, sin olvidar todas las promesas que usualmente le dan más empuje, el tono solemne, la música de Disney de fondo...pero la mayoría de los discursos se dicen de dientes para afuera. A veces uno tiene la necesidad de creer en algo, la ilusión de haber encontrado una tabla salvadora en medio de la tormenta. Con el discurso debe uno ser muy cuidadoso, porque nos enreda e ilusiona. Alguna vez escuché que sólo la ilusión trae desilusión, y desde hace un tiempo esa frase me parece súmamente cierta. No generalizo, también dicen por ahi que cada quien habla como le va en la feria, y por lo que usted ha podido leer, pues no siempre me va muy bien.

Aún así me niego a creer que todas las cosas que me dicen son falsas. Me gusta pensar que uno de cada diez discursos es cierto. No puede uno meter a toda la gente en el mismo saco, pero creo que regresar al saco de "confiable" a los que ya habíamos sacado resulta bobo. También creo en las segundas oportunidades, pero quizás no deban concederse cual turno de carnisalchichonería, a todo aquel que busca de una. Tal vez se necesite de un proceso más refinado.

He decidido no tomarlo personal esta vez y no sorprenderme, porque no puedo esperar que alguien vaya contra su naturaleza. Voy a hacer lo que nunca, y voy a ocuparme de mis cosas sin preocuparme por manías ajenas. Al final que cada quien cargue con su maleta y resuelva sus asuntos.

Extrañamente la sensación no es de tristeza, ni sorpresa. La verdad es que no pude evitar reírme, un tanto de mi misma. Pero no me toca cargar con esto, porque no me pertenece. Como sea, al fin estoy aprendiendo a dejar ir, tal como se hace con las olas del mar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Según me dijerón, para los antiguos griegos, el discurso era primordial... no sé, quizá solo fué un discurso más, pero con cierta dosis de credibilidad.

Muy interesantes los puntos de vista personales.

Marty.

Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...