lunes, 16 de diciembre de 2019

Limpieza profunda

No hay que dejar mugre bajo la alfombra. Hay que escombrar cada cajón. Viajar ligero significa no cargar basura del pasado a todos lados. Cada persona tiene su propia manera de elaborar los miedos, los dolores, las pérdidas, los duelos, los conflictos y las confusiones. Pero a veces se te puede ir más de media década acumulando pedazos de esto y de aquello, hasta que todo se entreteje y forma una maraña gigantesca, que de repente ya ocupa todo el espacio disponible. Eso me pasó a mí, hasta que me volví tan pesada y me sentí tan perdida que colapsé y me rompí.

Hoy entiendo que me perdí en el deber ser. Olvidé quién soy y todo lo que amo hacer, pensar y vivir. Tuve que apagar todas las luces para buscar por donde salir de esta cueva. Seguir los rayitos de luz y caminar hacia la salida. Ya puedo sentir aire fresco en mi nariz, ya casi salgo. No estoy cansada por hacer muchas cosas, estoy cansada por hacer pocas cosas que me llenen de alegría.

Estoy aprendiendo a ser suave conmigo misma, a tenerme amor y paciencia. Permitirme sentir sin miedo a perderme. Vuelvo a tener esperanza en el poder curativo de hacer todo eso que me hace sonreír. Desde caminar por un parque, sentir la arena entre los dedos de los pies, flotar panza arriba en una alberca, cansar mis pies de tanto estar viendo cuadros. Respirar hondo, sentir el calor y el movimiento cosquilleante de la vida en la punta de mis dedos, y animarme a vivir sin miedos que me lastren tanto.


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Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...