lunes, 4 de octubre de 2010

A un amigo

El día de hoy fui al funeral de un buen amigo. No encuentro consuelo alguno tras su muerte y nunca experimenté esta tristeza profunda que trae consigo la pérdida irreparable de alguien a quien quieres. Sin embargo, hay una dulzura en el fondo de este dolor. Una dulzura que es como su abrazo.

No puedo evitar pensar en el ciclo de la vida. No puedo evitar pensar en mi propia muerte. No puedo evitar pensar en lo fugaz que es la vida. Uno escucha a otros decir una y otra vez que la muerte es repentina, que hay que decirle a la gente lo que sientes en vida. Hasta hoy logro entenderlo en realidad.

Escucho en el viento un murmullo que no había escuchado antes. Como si volara entre los árboles. No logro entender su mensaje, pero siento un poco de consuelo. No me quedo sin embargo con cosas que no se hayan dicho. Tuve la suerte de compartir una tarde de risas y alegría un día antes de su partida. Mi eterno agradecimiento por ayudarme a ser mejor persona. Mi eterna amistad. Aún con su muerte me deja aprendizajes que deseo tomar.

Hasta siempre amigo mío. Voy a recordarte siempre. Vivirás en mi corazón y en mis recuerdos.
Gracias por todo don Armando. Descanse en paz.

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