domingo, 10 de octubre de 2010

La visita

La muerte ha venido a visitar. Nunca le había visto tan cerca. Una vez que la ves a tan corta distancia, tu vida ya no puede ser igual. Es hasta que las grandes preguntas de todos los tiempos se clavan en tu corazón que realmente comienzas a entenderlas, sin que ello signifique que puedas responderlas. Comienzas a comprender lo absurdo y estúpido de la mayoría de tus preocupaciones terrenales.

La conciencia de la fugacidad de mi propia vida ha abierto mis ojos, mi corazón y mi razón hacia nuevas perspectivas. Jamás olvidaré una impresión tan grande como el brindar y reír con una persona un día y llevarle flores a su ataúd al siguiente. Jamás podré olvidar las expresiones de la vida y de la muerte. Sin embargo no puedo hacer absolutamente nada más que contemplar y tratar de entender este delicado balance entre estar y no estar.

Dejar ir es un arte exquisito que pocos logran realmente dominar. Aprender a soltar todo aquello que cargo y que no tendría porque llevar a rastras se ha vuelto la nueva misión. Abrir todas las ventanas y sacudir el polvo como nunca antes. Abrazar a todos aquellos que quieres de una nueva manera, aprender a apreciar sus sonrisas y su presencia con mayor alegría. Celebrar cada vez que abro los ojos y respiro un nuevo día.

La muerte ha venido a visitar y a llevarse a un amigo. Pero al mismo tiempo vino a sacudirme y a exigirme que viva y despierte antes de que regrese a llevarme de su mano a donde sea que ella nos lleva. Ha venido a visitar y a medida que el dolor se atenúa, va dejando sabiduría.

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Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...