Querido Rigoberto:
Me hubiera gustado verte a los ojos una vez más, pero tu no lo has permitido. Hacía mucho tiempo que no jugaba a las escondidillas y quisiera agradecerte por permitirme jugar una vez más. Antes que cualquier otra cosa suceda quisiera decirte que has sido una persona importante en mi vida y que aprendí mucho de tí, pero me resulta evidente que la decisión de expulsarme ha sido tomada y yo nada puedo hacer.
Algunas veces los caminos se separan y debemos de aprender cuando es momento de retirarnos. Quisiera decir que si me hubieras dejado habría llegado más lejos, lo sabes, pero ya no deseo hacerlo, ya tuve suficiente.
Ya no puedo seguir leyendo entre líneas porque no estás, pero a pesar de todo las cosas van a estar mejor. Se me ha roto el corazón y no esperaba que fueras tu algún día el causante, pero ya ves que uno nunca sabe. Todo lo que necesito quizas está en otra parte. Cada vez que escuche el radio mi cabeza dará vueltas y recordará.
Cuidate mucho Rigoberto, y no te preocupes que ya no espero en la puerta para verte llegar. Sé que te fuiste y que no quieres saber de mi nada más. Te escribo para despedirme y dejarte un sutil beso en la frente.
Te quiere:
Lucrecia.
viernes, 11 de julio de 2008
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