viernes, 6 de junio de 2008

Mi sombrero nuevo.


Siente un golpe fuerte que le sacude...duele mucho...por un tiempo no se tiene una idea clara de que fue lo que lo golpeó. Maldecirá, eso es un hecho. Buscará al culpable y le apuntará con el dedo lleno de juicio. Después el dolor aminorará y podrá respirar profúndamente. Algo sucedió, porque su vida ya no puede ser igual.


A veces estos golpes son cosas positivas que hacen que los engranes vuelvan a moverse. A veces estamos estacionados en un punto cómodo, lejano de lo que se quiere pero cómodo a fin de cuentas. Este golpe catastrófico y estremecedor que nos hará sentir dolor un tiempo puede a veces hacer lo mismo que un taco le hace a una bola de billar: la mueve. Al fin hay movimiento, hay posibilidad de cambio.


Cuando los sueños se hacen pedazos hay dos opciones posibles:


1) Sufrir y lamentarse. Llorar sobre los pedazos y recordar lo hermosos que eran cuando estaban unidos. Pensar en una realidad paralela en la que eso nunca pasó y todos fueron felices para siempre. Ser un vampiro y alimentarse de la sangre de los sueños que han muerto y se desangran en el piso.


2) Usar el polvo fino de los sueños rotos y construirse unos nuevos. Armarse de valor y enfrentar el dolor, a sabiendas de que ahi esta, pero que sufrir es opcional. Maravillarse como un niño pequeño ante una caja llena de crayones por la gama de posibilidades. Pensar en lo que se puede hacer y no en lo que ya fue.


Para ser sincera, es más fácil ser vampiro, pero ya me aburrió la oscuridad. Me gustaría construirme un gran sombrero de colores con los pedacitos que me quedan y salir a pasear un rato. Me gustaría no presionarme para construir sueños nuevos y simplemente pensar en el futuro sin que se vuelva una obsesión asfixiante.


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Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...