El lado bueno de éstas cosas es que sirven para aprender, reflexionar y crecer. Sirven para dejar de hacer aquello que uno vio en el espejo y que resulta espeluznante. Son parte de esas pequeñas sacudidas que nos despabilan. Estar despierto puede ser doloroso, pero a fin de cuentas es estar vivo. Todavía se siente uno un poco agobiado por la historia inconclusa, aún cuando se tiene una idea clara de cual será el final y lo espera con ansias. Se aleja cada vez más, y mientras más distantes se escuchan las pisadas, más ligero se siente el pecho.
Durante años estuve presa en situaciones que no quería vivir. Cansada de drenar mi energía por razones estúpidas y terroríficas. Quería salir gritando, o quizás hasta volando, pero no podía. Ahora cuando me veo atrapada en situaciones así, donde le exprimen a uno las ganas de vivir, a veces se me olvida que ya no estoy encerrada y que esas nuevas situaciones son opcionales. Es tan fácil como oprimir el botón de pausa, estirar los brazos y las piernas, bostezar para oxigenar el cerebro, ponerse de pie y caminar tranquilamente hacia otro lugar.
♪ ♫I love the sound of you walking away ♪ ♫
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