domingo, 28 de noviembre de 2010

¡A sudar muchachillo!

Don Andrés era un campesino curtido por los elementos. De manos ásperas y piel morena. Bigote blanco como su pelo. No recuerdo haberlo visto sin sombrero. Tenía un carácter bastante gentil y provinciano. Cargaba gran sabiduría y un costal de historias chiquitas. Cuando don Andrés veía un gran plato de comida se quitaba el sombrero, se pasaba la mano por la frente y exclamaba entonces: "Ora si, ¡a sudar muchachillo!"

Contaba entonces que hacía muchos años, en aquel tiempo de peones y patrones en el campo del Bajío, existía un muchacho muy pobre que no tenía nada. Todos los días terminando de trabajar se lo llevaban a comer. Probablemente era la única comida que hacía en todo el día, así que la aprovechaba al máximo.
El muchachillo hacía unas comilonas tan copiosas y se zampaba todo con tal intensidad que cuando terminaba su plato estaba agotado y bañado en sudor. De ahí la frase célebre de don Andrés, quién ya no vive con nosotros en la tierra, cada que uno le daba un buen plato de comida.

La próxima que esté presto a zamparse un plato generoso recuerde a don Andrés. Y entonces, ¡a sudar muchachillos!

De criaturas interesantes e historias chiquitas.

El mundo está lleno de criaturas interesantes e historias chiquitas. Muchas veces he escuchado historias geniales que me parece una gran tristeza se pierdan. Las cuenta la gente, pero después se las llevan cuando mueren. Si hubo suficiente suerte quizás hubo alguien que las acuerda y las retransmite.

Mi misión los próximos meses será describir a todas estas criaturas que se cruzan por mi camino y contar todas esas historias chiquitas que me han contado o he escuchado por aquí y por allá. Debo admitir que algunas historias estarán aderezadas por fragmentos de mi imaginación, pero muchas estarán apegadas a la narración original.

Todas estas cosas son las que hacen la vida. Sin ellas sólo seríamos seres grises y vacíos (no es que no los haya). Siempre será más divertido usar un vestido de colores que un traje gris rata. Y como me sigo negando a venderle mi alma al diablo, mejor se las comparto.

jueves, 25 de noviembre de 2010

I hate everyone

En algún punto del camino uno toma la decisión equivocada, y luego tiene que vivir con eso. Te asomas por la ventanilla y descubres que estás en medio del desierto ,y no sabes si el camino por el que vas te llevará a donde quieres ir. ¿Sabe uno a dónde quiere ir? Porque bien decía el gato Chesire, si no sabes hacia donde quieres ir, qué más da el camino que hayas de tomar.

Insomne miro a través de la ventana y enciendo un cigarrillo. Observo en silencio porque me parece que me he quedado sin palabras. No hay más argumentos. Caminé hasta este punto sin mucha consciencia al respecto. Ahora sólo me queda rumiar este mal humor que traigo a cuestas desde hace semanas enteras. Todo me molesta. Odio todo. Trato de buscar por encima de la nube de tormenta el switch que prenda la luz.

Debería de estar durmiendo, pero sólo doy vueltas en la cama. Me pregunto si es malestar pasajero o una alarma que me dice que por acá no era la cosa.

Quiero ver el lado positivo. Hay muchas cosas buenas, pero de repente no se ven cerca. Llego a acuerdos internos. Tratos conmigo misma. Intento convencerme de cambiar la estrategia.

Pareciera que siempre me persigue un vacío. Como que sigo sin entender de que se trata el juego. ¿Será que me tomo la vida demasiado en serio?

Me digo a mi misma drama queen y ruedo los ojos cuando se me desborda la ansiedad y la ira. Me descubro caminando rápidamente con el ceño fruncido con frecuencia. Empiezo a pensar que tengo serios problemas con el mundo. Quizás tengamos que separarnos un tiempo, hasta que conciliemos nuestras diferencias. Mientras tanto puede uno ser una suerte de autista encerrado en si mismo.

Ya no sé nada. Hoy odio a todo el mundo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Oficina

Ocho horas sin descanso,
una agenda que seguir.
Trajes grises, protocolos,
nada que decir.

Checa la tarjeta,
sírvete café.
Abre la oficina y siéntate.

Esperando los domingos
los días pesan más.
Nada cambia y se estanca
cualquier signo vital.

Afloja la corbata,
siéntate hacia atrás.
Un respiro hondo y a trabajar.

Pero el plazo está por vencer,
y tu tiempo se lo traga la internet.
Horas extra para vivir
y un bono extra por no existir.

lunes, 1 de noviembre de 2010

If tears could build a stairway,
And memories a lane,
I'd walk right up to Heaven
And bring you home again.

Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...