Uno recuerda historias infantiles y los labios involuntariamente se arquean.
Que fácil era creer cosas cuando se tenían 8 años. Historias fantásticas; puertas a otras dimensiones en los baños de la escuela; personajes que podían ser invocados con sólo repetir su nombre una y otra vez; sentir que la Mona Lisa vigila tus pasos y jurar que te está viendo desde hace rato; envalentonarse para ver una película de terror y colarse en otra cama por la noche para no pensar en Freddy Krueger; sentarse en las mañanas a ver los snorkels con un plato de cereal más dulce que una cucharada de azúcar; sudar cuando no hiciste la tarea y brincar de alegría al final porque olvidaron revisarla; no tenías ni idea de que era la SHCP...
A veces extraño tener 8 años y basar mi amistad en "córtalas" y "pégalas". Olvidarse de todas las cosas malintencionadas que te hayan dicho simplemente porque uniste tus dedos índice y pulgar a los de otra persona en señal de buena voluntad.
domingo, 24 de febrero de 2008
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