miércoles, 22 de diciembre de 2010

Kitty from hell

Hace unos meses adopté una gatita. Le puse Matilda en honor a una de mis historias favoritas. Cuando fui por ella a la casa de su primer familia me informaron que se llamaba Nemi y que ya habían tratado de regalarla en tres ocasiones, pero que siempre la regresaban. Mi primer pensamiento fue romántico. Pensé que doña Nemi estaba destinada a vivir conmigo y a llamarse Matilda. Después unas cuantas semanas descubrí la terrible verdad...

Matilda es una gata chiquita, blanca con gris. Le gustan los muñecos de peluche, el panqué y las pelotas de goma. Le gusta echarse en la orilla de las ventanas y dormirse acurrucada junto a mi almohada. También es conocida como Kitty from hell por todos aquellos que han escuchado de sus andanzas. Disfruta de destrozar el papel de baño, los manteles, las cajas y de asustar al buen Calvin. El día de ayer, Matilda protagonizó una de esas historias chiquitas que me encanta coleccionar.

A eso de las 8 pm Matilda desapareció de la faz del departamento (muy pequeño, por cierto). La busqué abajo del sillón, adentro de los clósets, en el baño, adentro del refrigerador (así es, alguna vez ya se metió ahi), abajo de la cama, en el canasto de la ropa sucia, abajo del horno, en la zotehuela, en el estacionamiento, en los pasillos. Le toqué a los vecinos y les enseñé una foto en el celular. Abrí una lata de atún, reboté una pelota...nada. Me fui a dormir triste y pensando que al otro día aparecería.

En la mañana repetí mi búsqueda, pero no encontré nada. Derrotada regresé a mi recamara y me senté en la cama. Fue entonces que escuché unos ruidos dentro del tocador. De inmediato abrí el cajón de las bufandas (que por cierto había sido vandalizado por la Kitty from hell el día anterior) y saltó Matilda como si tuviera resortes en las patas traseras. Pasó aproximadamente 12 horas dentro del un cajón. Al menos hizo ruido y la pude rescatar.

Ahora Matilda está feliz ronrroneando en la silla de al lado, cazando mis dedos mientras tecleo estas palabras.

Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...