domingo, 18 de julio de 2010

Marea rosa


Te vas, regresas, vuelves a irte, pasa el tiempo y comienzo a dejarte atrás, pero regresas.
Siempre me negué a creer en el amor rosa de cuento que siempre te dicen que existe. Ese que es a prueba de todo, ese que a pesar de años y años no se te olvida. Las frases huecas y trilladas que escuchas una y otra vez. Sigo tratando de negar su existencia, aun cuando al parecer tengo una infección terminal de amor rosa.
Trato de descifrar de que se trata todo esto. Intento entender, pero sólo siento. Sigo sin entender porque alguien le pide a la otra persona que se vaya de su vida, pero aun así le busca e insiste en ser parte de una vida en la que no quiso estar. Me imagino que es ese complejo de Peter Pan que no te deja crecer. Quieres estar cerca pero no demasiado. Quiere ser libre por siempre jamás. Nunca entendiste que podías ser libre y quedarte al mismo tiempo.
Hoy tengo el corazón estrujado y los ojos muy hinchados. Hago cuentas y no me alcanzan los dedos de ambas manos para enumerar los años que has estado en mi vida. Los años que ha sobrevivido mi amor rosa. Me enferma pensar que es permanente y que no se irá nunca. Al parecer no hay manera de decirte adiós y no tener que revivir el mismo dolor cada que llegas con esta marea rosa.
Una tarde más en que te paseas por mi cabeza. Una tarde más que mis mejillas se humedecen y que me pego a la ventana a suspirar. Estas pero no te tengo. Me quieres pero no te quedarás. No me amas pero no me dejas ir. Vivo atrapada en tu indecisión y se que nunca vas a ser definitivo. Sin embargo ya me cansé de llorar tanto. Estoy exhausta.

martes, 13 de julio de 2010

Táctica de avestruz

El que huye de sus problemas y los evade eternamente, aquel que corre despavorido a la primer punzada de dolor, el que abandona y jamás puede decir las cosas a la cara, ese que esconde la cabeza bajo la tierra hasta que pase el temblor no se me merece mi respeto.

Como si se jugase a las escondidillas con uno mismo, todo el ritual carece de sentido. Aparecer de pronto y desaparecer como jugando al peekaboo. Toda la situación amerita un buen bostezo y después voltear la mirada a otro lugar quizás más interesante.

Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...