viernes, 26 de febrero de 2010

P-A-C-I-E-N-C-I-A

ODIO esos momentos en los que no puedo cerrar los ojos y tengo que ver la realidad tal cual es. Detesto cuando tengo que convencerme a mi misma de que lo que sucede es real. Uno preferiría pensar que esos grandes problemas desparecen. Y así estoy sentada frente a una pila de trabajo que necesito terminar, tratando de usarlo como una manera de limpiar mi mente de necedades. ¿Cómo es posible que cuando uno cree estar más allá del proceso de superar algo llega la estúpida esperanza y nos dice "lero, lero"?
No es suficiente conocer la respuesta o lo que uno debe de hacer. No es como seguir una receta de cocina y después esperar a que esté listo. O quizás si lo es, pero simplemente estoy cansada de ser paciente y de tratar de poner cara de "no pasa nada". Reprimir esta necesidad de gritar a todo pulmón y correr hasta desmayarme de cansancio. Tratar por todos los medios de darme ánimos y recordarme que no hay nada que me haya resultado imposible.
Admitir simplemente que se es un ser humano, y que hay cosas que uno siente que no puede controlar. Sólo puede uno esperar que el tiempo haga su chamba y un día nos deje estar en paz, sin este temblor en las manos y este dolor punzante en el estómago cada vez que me restregan en la cara mi derrota.
Usaré esta pila de trabajo como si fuese la solución a todos mis problemas, y tendré confianza en que sólo se trata de uno de esos días en los que todo se ve obscuro.

Fantasma

Cerró la ventana y apagó todas las luces. Se sentó al centro del tapete, justo en medio de la sala. Tomó una vela aromática que había dejado...